Hoy hablaremos de conversaciones tensas.

Pocas armas son mejor que saber comunicarte de forma serena y efectiva en momentos duros.

Te voy a contar una situación que viví, que fue de las más duras en mi vida profesional.

 

Como Responsable de la Calidad del producto químico que fabricábamos, es decir, lo que va dentro de la botella que compras cuando quieres limpiar tus muebles o matar moscas en casa… tenía que asegurar que la fabricación era correcta en cada lote.

 

¿Qué podía pasar si no lo era? Pues que en vez de limpiar tu mueble se quedase sin brillo… o que las moscas, en vez de morir, aumentasen su número… y cosas de este tipo que te harían poner una reclamación si has pagado por algo que no funciona…

 

Bien. En un lote se detectó un problema. Se pararon las líneas de producción para realizar un análisis del origen del problema, antes de limpiarlas y comenzar a fabricar otro producto.

 

Y por si no estás muy familiarizado con el mundo de la producción en serie… cada minuto que paras la línea es pelo que se le cae de estrés al Responsable de Producción, al Director de Operaciones y al Gerente de la empresa. Vamos, que cuesta mucho dinero.

 

Así que cuando te dicen, tienes 20 minutos para hacer tu análisis, pues es eso, 20 minutos con muchas miradas puestas en ti. Y la verdad, esta parte siempre la llevé bien. Me entendía con los operarios y colaborábamos perfectamente.

 

Sin embargo, en ese momento recibí una llamada del que era entonces el Director de Calidad. Me pedía que por favor fuese YA a su despacho, porque tenía una duda y quería mi opinión.

 

Le expliqué la situación… Línea de producción parada. Solo 20 minutos para encontrar el problema. Personas “quedándose calvas” mientras tanto… y creí que estábamos de acuerdo.

 

Sin embargo, cuando llegué a su despacho, estaba esperándome como un padre a su hijo  adolescente que llega de madrugada más tarde de lo acordado… me dijo que me sentara que íbamos a hablar… y sacó un reloj de pulsera que puso en la mesa, no entiendo aún muy bien para qué… quizás fue una táctica de presión que vio en alguna peli de la mafia Italiana…

 

El caso es que, por primera vez en mi vida profesional, me encontré manteniendo una conversación con un jefe al que le importaba más su ego que actuar de la mejor forma para la empresa. Y cuando uno habla desde el ego herido, te puedo asegurar, que no quiere entenderte…

 

En aquel momento, tiré de mis herramientas de auto gestión emocional para mantener la calma y la confianza, y de mis técnicas de comunicación efectiva para manejar, de una forma constructiva, una conversación que, no voy a entrar en detalles, pero no fue agradable, y lo peor de todo, ni si quiera lógica… pero es lo que tiene el ego, que no es lógico.

 

Prepararme para saber responder como un líder sereno en situaciones duras, que parecen surrealistas, ante grandes egos… fue una de las armas que me ayudaron a crecer en mi carrera profesional sin traicionar a mis valores y sin perder eficiencia.

 

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