Son muchas las veces que nos sentimos ilusionados por el encuentro que vamos a tener con unos amigos; o nos sentimos tristes por la pérdida de un ser querido; o bien, estamos molestos a raíz de lo que me ha dicho un familiar en la conversación de esta mañana… Nuestras relaciones con las personas que nos rodean a diario son fuente de experiencias, emociones y reflexiones. Por ello, saber cómo relacionarnos con cada persona, sea cual sea su carácter, sus intereses o sus valores, es importante para nuestro bienestar social y personal.

Al plantearte con qué habilidades sociales cuentas puede que comiences a pensar en temas como: tu estilo de comunicación, tu tono de voz o tus gestos al hablar, cómo pides las cosas, qué compartes con los demás sobre ti… y es cierto que saber manejar el lenguaje verbal y el corporal así como saber pedir de manera adecuada o dar feedback constructivo… son habilidades que mejoran mucho nuestras relaciones. Sin embargo, para poder desarrollar estas habilidades debes haber construido unos pilares sólidos a nivel personal. Porque, cómo vas a saber comunicarte adecuadamente en un conflicto si no sabes mantener la calma; cómo vas a poder acompañar a una persona en su tristeza si no sabes aceptar y gestionar la tuya; o cómo vas a dar un feedback constructivo si cuando lo recibes tú te vienes abajo… el cerebro es capaz de trasmitir hacia los demás lo que ya ha interiorizado e integrado para uno. Esta es la manera en la que podremos desarrollar verdaderas habilidades sociales, desarrollando la inteligencia intrapersonal.

La inteligencia intrapersonal es la capacidad del cerebro de tener conciencia de uno mismo, es decir, saber cómo te sientes en cada en momento; y la capacidad de decidir tu conducta sin sentirte víctima del impulso de tus emociones. Además, la inteligencia intrapersonal te permite conocerte, saber cuáles son tus fortalezas y puntos de mejora y valorarte de manera positiva como la persona única y especial que eres. Por último, esta inteligencia es la que te aporta la capacidad de focalizarte en tus objetivos y automotivarte para conseguirlos superando la pereza, la frustración y el dolor del fracaso.

Cuando desarrollas esta inteligencia entiendes que las relaciones sociales no se fuerzan y dispones de recursos personales para:

  • superar los rechazos de otras personas sin que te vaya la vida en ello. Con madurez y resiliencia lo aceptas y sigues adelante sin rencor. Aceptas el derecho de cada persona a decidir y el tuyo a seguir.
  • elegir tus relaciones sociales y quitar de tu vida a las personas tóxicas que solo te aportan dolor.
  • aceptas las emociones de los demás sin pretender cambiarlas ni ofenderte por ellas, simplemente las aceptas. Sabes que las emociones de los otros son legítimas y una responsabilidad del otro, no tuya.
  • ser claro y sincero sin dañar a los demás, desde el respeto.
  • resolver los conflictos desde la calma y buscando una solución ganar-ganar en la que todos se sientan respetados y tenidos en cuenta.
  • conocer y relacionarte con todo tipo de personas decidiendo el grado de amistad y tipo de relación a mantener desde el respeto mutuo.
  • conocer tus derechos personales y vivir acorde a ellos sin necesidad de que los demás los aprueben.
  • vivir tu vida con sentido e ilusión en cada una de las etapas que van dándose en la misma, con la gente que viene y va, pero siempre contigo en paz.

 

Desarrollar una sana vida social no quiere decir tener un millón de amigos, tener siempre planes, caerle bien a todos y querer llevarte bien con todos, incluso con aquellos que te es difícil. Desarrollar una sana vida social quiere decir encontrar el equilibrio entre darme y dar, cuidarme y cuidar, quererme y querer, respetarme y respetar… tener cerca a las personas que suman y saber identificar y alejarte de las que resten, saber que tu felicidad depende de ti y no de los demás y desde ahí disfrutar de ti y de cada una de las personas de tu vida. Y una vez llegues a este punto, comunicarte, liderar, educar… te resultará mucho más fácil de conseguir.

Tú eres tu mejor recurso ante los retos de la vida y la única fuente de tu felicidad y bienestar.

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¡Gracias por estar ahí! ¡Y enhorabuena por elegir el camino del crecimiento!

TÚ ERES TU MEJOR RECURSO ANTE LOS RETOS DE LA VIDA. Un abrazo! 🙂