Los niños relacionan defenderse con agredir y no piensan que defenderse pueda ser pedir ayuda. Y confunden pedir ayuda con ser un chivato, desleal o cobarde. Es importante que entiendan la diferencia de estos términos. Sobre todo, cuando se encuentran ante conflictos que les afecta a su salud mental o física.
Los conflictos son normales en la vida, tanto para un adulto como para un niño. Sin embargo, nos resultan desagradables y difíciles de manejar. Nuestro problema, a cualquier edad, suele encontrarse en nuestra falta de entrenamiento en inteligencia emocional. Solemos reaccionar de manera instintiva cuando nos enfrentamos a un conflicto. No nos damos espacio para ser conscientes de nuestras emociones, comprender lo que ha sucedido y canalizar nuestro impulso hacia la búsqueda de soluciones. De ahí que nuestras conductas reactivas nos lleven a resultados no deseados y a la creencia de que los conflictos son un terreno de guerra en el que unos ganan y otros pierden. Sin embargo, los conflictos pueden ser una gran oportunidad de crecimiento personal y mejora de la convivencia si se enfocan de manera constructiva.
Los niños viven numerosas situaciones de conflicto cada día. Y cada uno de ellos es una oportunidad para que desarrollen su inteligencia emocional. Cuando trabajamos la gestión del conflicto con los niños les ayudamos a enfocar la situación desde una posición constructiva en la que se encuentren soluciones del tipo ganar-ganar, es decir, que todos los implicados en el conflicto estén de acuerdo con la solución acordada. De esta manera, mediante distintos tipos de actividades, los niños se plantean conflictos que suelen ocurrirles en el aula, en casa o en el parque, y practican la búsqueda creativa de soluciones y la comunicación asertiva. Nuestra experiencia es muy positiva, ya que los niños son capaces de encontrar soluciones ganar-ganar para la mayoría de las situaciones que se les presenta. Sin embargo, hay un caso que siempre les provoca un dilema. Y es que si un niño quiere encontrar soluciones pero el otro niño no solo no quiere, sino que además es agresivo y burlón no encuentran solución. Se sienten frustrados y atrapados.
En estos casos nos aseguramos de que les queda clara esta idea: estáis aprendiendo a resolver conflictos y puede que en ciertas ocasiones no encontréis la solución. Ante estas situaciones les decimos que pidan ayuda. Si están en casa, a mamá, papá, el abuelo… Si están en clase, al profesor o tutor. Y es entonces cuando aparece el segundo dilema: “Si se lo digo a un mayor es ser un chivato” o bien, “Si se lo digo al profesor es que soy un cobarde”…
DIFERENCIAR ENTRE SER UN CHIVATO Y DEFENDERSE PIDIENDO AYUDA
Me encanta que aparezca este dilema en el taller y podamos trabajarlo. Me parece muy importante enseñar a los niños lo que significa defenderse en caso de acoso. Y es que, un niño no siempre tiene los recursos necesarios para salir de esas situaciones por sí mismo. Sufre ese acoso creyéndose su papel de víctima hasta el punto que cree no tener derecho a luchar por salir de esa situación o le avergüenza contarlo y que lo tomen por débil o cobarde.
Les explicamos que chivarse podría ser ir al profesor con una historieta sobre alguien cuando no es asunto tuyo y además, nadie se ve beneficiado. Nos gusta poner el siguiente ejemplo: Si vas a tu profesor a decirle que Juanito no ha hecho los deberes estás entrando en un asunto que no es tuyo, no te corresponde. El profesor es capaz de averiguar esa información por sí mismo y no necesita que se lo digamos otros. Eso es un asunto entre Juanito y el profesor.
Sin embargo, si un compañer@ te molesta constantemente, y has utilizado todas las soluciones que se te ocurrían: le has pedido que pare, lo has ignorado, has intentado hablarle de otra cosa… y aún así, sigue molestándote. Esto es un conflicto no resuelto al que no le encontráis solución y que debes pedir ayuda para que se solucione. Por dos motivos:
- Que todos tenemos derecho a ser tratados con respeto y a pedir ese respeto.
- Que ese niñ@ que acosa es el que más ayuda necesita. Tiene que aprender a respetar, empatizar, calmarse, ser asertivo…. y para ayudarlo los profesores o padres deben conocer la situación.
Esta explicación tan sencilla de la diferencia entre chivarse y defenderse les parece muy interesante. Los niños aprecian rápido la diferencia y lo adoptan como una creencia propia fácilmente. Sin embargo, a veces hay un problema…
EL PROBLEMA DE LOS NIÑOS EN PEDIR AYUDA A SU TUTOR, PADRE O MADRE
En ciertas ocasiones los niños me dicen que ven un inconveniente en pedir ayuda a su profesor o a su padre o madre porque cuando lo han hecho otras veces no la han recibido. Comentan dos tipos de situaciones:
- O bien, el adulto al que recurren no le da importancia a su conflicto y lo ignora o lo deja pasar. En este caso, no le enseñamos a afrontar las adversidades sino a esquivarlas o resignarse (que no es lo mismo que aceptar, es muy importante esta diferencia). Los niños se quedan frustrados y resentidos por no haber podido resolver la situación y despierta en ellos un sentimiento de desconfianza hacia ese adulto y hacia la idea de pedir ayuda.
- O bien, ese adulto no sabe cómo resolver conflictos de manera constructiva y lo resuelve con más agresividad o pasividad, aconsejándole al niño que se defienda pegando o burlándose igual.
Como siempre, el papel del educador es la base sobre la que se construye la educación del niño. El ejemplo es la clave. Y debemos estar tan preparados a nivel personal como nos exija nuestro papel como educadores. Sea como padre, madre, profesor o persona de esta sociedad que da ejemplo a su alrededor. No se puede pedir a un niño que aprenda aquello que uno mismo no realiza el esfuerzo de aprender. Porque el niño te escuchará, pero seguirá tu ejemplo.
Os animo a plantearos:
- cómo quieres que sea la sociedad en la que crezcan tus hijos respecto a los conflictos. Cómo te gustaría que se resolviesen esos conflictos.
- Qué habilidades quieres que desarrollen tus hijos para la gestión de conflictos.
- Qué ejemplo reciben de ti. ¿Va en la linea de las habilidades que deseas para ellos?
Si tu respuesta a esta última pregunta es un no, o sientes que aún te falta por aprender sobre la autogestión emocional o la gestión de conflictos. ¡Enhorabuena por tu consciencia! Es genial que lo reconozcas. Porque ahora solo tienes que aprenderlo. Y aprender ya has aprendido muchas cosas en tu vida, por lo que serás capaz de aprender a gestionar conflictos también! No solo te benficiarás tú, también tus peques. 🙂
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¡Gracias por estar ahí! ¡Y enhorabuena por elegir el camino del crecimiento!
TÚ ERES TU MEJOR RECURSO ANTE LOS RETOS DE LA VIDA. Un abrazo! 🙂
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