El enfado es una emoción que aparece como una oleada de energía que nos mueve para luchar por lo que sentimos que es necesario. Solemos enfadarnos ante situaciones que consideramos injustas, o en situaciones en las que nos sentimos traicionados o no respetados y en esas situaciones en las que sentimos que se han pisado nuestros derechos.

Es cierto que en ocasiones nos enfadamos de manera desproporcionada para la situación real, o incluso que nos enfadamos por una interpretación errónea de la situación, y en ambos casos es necesario plantearnos si el enfado es la emoción que realmente necesito sentir en ese momento. Pero el enfado no aparece porque sí, la emoción nunca es un error.

La emoción no es un error. El error puede estar en la interpretación de la situación, es decir, en nuestros pensamientos que generan la emoción.

La emoción aparece debido a nuestra interpretación de los hechos por lo que el error podemos estar cometiéndolo en cómo vemos y pensamos sobre la situación vivida. Por este motivo, la gestión emocional será completa, no solo cuando gestionemos el enfado una vez aparece, sino cuando seamos capaces de gestionar los pensamientos que provocan en nosotros ciertas emociones cambiándolos por aquellos que sean más realistas. En ETIE lo llamamos modelo MEC de la gestión emocional y es ese conjunto de herramientas y claves prácticas que te permite gestionar las emociones desde su origen pudiendo cambiarlas si es necesario y vivirlas de manera constructiva.

Sin embargo, hay muchas ocasiones en la vida cotidiana en las que nos encontramos con situaciones que nos enfadan, no porque exista un error de interpretación para nosotros, sino porque la situación que vivimos merece ser cambiada por alguno de los motivos iniciales comentados: necesitamos sentir justicia o sentirnos respetados o defender nuestros derechos personales e integridad como personas. Situaciones como trabajar con un compañero falso que te deja vendido ante el jefe y te trata como si fuese tu mejor amigo aún así; o bien, ese vecino que deja que su perro orine en el ascensor haciendo caso omiso a las llamadas de atención constantes; o ese “amigo” que te gasta continuas bromas pesadas de las que te sientes cansado. En estas situaciones es el enfado el que nos avisa de que algo no va bien. Llama nuestra atención para que realicemos una acción que nos evite volver a sentirnos engañados o no respetados. Aquí, el enfado es nuestro aliado, quiere lo mejor para nosotros y nos trae energía para poder tomar decisiones constructivas.

Lo importante aquí es saber escuchar el mensaje de la emoción y decidir qué hacer para arreglar la situación desde la razón y el respeto. Así, integramos cerebro racional con cerebro emocional para dar con una solución adecuada a dicha situación. Es decir, aceptar la emoción, permitir que me ayude a superar la situación pero SER RESPONSABLE de mi conducta. Mi conducta la tengo que elegir yo: puedo decidir hablar con esa persona y exponerle la situación, o bien, decidir que prefiero alejarme de esta persona por ahora, o cualquier otra respuesta que se me presente en forma de solución.

Unir enfado con respeto y razón es la clave para vivir enfados constructivos

Un enfado que me avisa de una situación que me daña de alguna manera es un mensaje importante a escuchar, y siempre que lo comuniquemos y solucionemos desde el respeto al otro y a mí mismo, será un mensaje utilizado de manera constructiva. Te invito a vivir enfados constructivos y apreciarás mayor bienestar y nuevos resultados en tu vida. 🙂

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