Solemos pensar que perdonar es un acto que se hace por y para otra persona. Incluso puede que se piense que perdonar es de débiles. Sin embargo, cuando perdonamos el mayor beneficio es para el que perdona. Una persona que no perdona guarda en su interior un conflicto que trae emociones de rabia, ira, enfado e incluso, tristeza. Si no te quitas el peso del rencor quedarás atrapado y comenzará a afectarte en todas las áreas de tu vida, estarás más irascible, menos creativo, etc.  Pero el que perdona consigue la paz interior. Y la paz interior no tiene precio.

El perdón está relacionado con:

  • Aceptar. Aceptar que las personas no son como nosotros queremos que sean sino como son; que la vida no es lo que nosotros hemos imaginado sino lo que es; aceptar que hay situaciones que duelen, momentos duros, que no existe la perfección… aceptar las cosas como son no significa resignarse, tampoco implica dejar de ser uno mismo, ni mucho menos implica obviar nuestras emociones. Pero sí que implica no crear conflicto con aquello que no podemos cambiar o no nos corresponde. No machacarse a uno  mismo por aquello que no dependió ni dependerá de él.
  • Entender/empatizar. Entender que todos somos humanos y estamos en en le mismo viaje de aprendizaje y desarrollo. Entender que no existen las súper personas perfectas que lo hacen todo como dice el manual, ni madres, ni padres, ni mejores amigos… ninguno está a prueba de errores, de dolor, de miedo… Ver en cualquier otra persona simplemente eso, a una persona aprendiendo.

Cuando se perdona no se vuelve a ser quien se era, por lo que nada vuelve a ser cómo era. Perdonar no significa volver al punto de partida, no es quitar responsabilidad a quien hiere, sino quitarle el poder. Perdonar conlleva evolucionar y seguir tu camino desde una posición de mayor liberación. Es adquirir el poder de saber que nada puede amargar tu vida por duro que sea, porque puedes aceptar y entender, liberarte de esa carga y seguir con tu vida.

LA CARTA

Para comenzar a trabajar tu perdón puedes escribir una carta a quien necesites perdonar ( puedes escribirte a ti mismo, si es a quien necesitas perdonar, incluso a una persona que ya no esté). Explica el motivo de tu dolor, de tu decepción, las emociones y sentimientos que despertaron en ti, lo que supuso en tu vida. A continuación, escribe que le perdonas y agradece lo que esta experiencia te ha enseñado.

La carta no es necesario que la envíes (eso es elección tuya). Solo con escribirla comenzarás a despertar el perdón en ti.

AUTO REFLEXIÓN

Pregúntate:

  • ¿Qué carga emocional me supone el no perdonar?
  • ¿En qué me frena o bloquea?
  • ¿Qué puedo aprender de esto?
  • ¿Qué puedo enseñar a los que me rodean de lo aprendido?

 

“El débil nunca puede perdonar el perdón es el atributo de los fuertes”

-Ghandi

 

Un abrazo.

Irene,