Nuestro cerebro está diseñado para asegurar nuestra supervivencia. Y esto hace que ante la incertidumbre de los cambios experimentemos cierta inquietud y resistencia. Pero, al mismo tiempo, tenemos la capacidad de gestionar esta incertidumbre y el miedo que la acompaña, creando oportunidades ante el reto del cambio.

 

GESTIÓN DEL MIEDO

Y es que, ante los cambios, solemos sentir miedo. Este miedo puede ser debido a diferentes causas, como miedo a no ser capaces de estar a la altura de las nuevas circunstancias, miedo a perder la posición actual de seguridad y reconocimiento o miedo a equivocarnos con nuestras decisiones.

Sin embargo, el problema no está en el miedo en sí sino en no saber cómo gestionarlo para conseguir que esta emoción juegue a nuestro favor. 

El miedo es una emoción normal y necesaria para nuestra supervivencia. La función positiva del miedo consiste en alertarnos de las circunstancias para adaptarnos de la mejor forma posible a la situación que estamos viviendo y superarla. Nos lleva a ser cautos y a buscar los recursos necesarios para afrontar nuestra realidad y salir bien parados de ella. 

Por esto, la gestión del cambio comienza por una adecuada gestión del miedo que nos permita actuar bien preparados sin bloquearnos ni paralizarnos.

Una adecuada gestión del miedo nos llevará a actuar. La acción es la mejor forma de reducir nuestro miedo.

 

 

GESTIÓN DE LA INCERTIDUMBRE

Ante las situaciones de cambio y los retos diarios, solemos adquirir una actitud determinada por nuestros pensamientos. Dependiendo de cómo sean éstos, adoptamos una actitud reactiva o proactiva.

Cuando somos reactivos, pensamos que no podemos hacer nada para cambiar nuestra realidad y que son otras personas las que, con sus decisiones y actos, influirán en nuestra “suerte”. Nos creemos sin capacidad de decisión. Por ello, cuando somos reactivos nuestros actos son pasivos. Actuamos reaccionando a lo que ocurre y solemos instalarnos en la queja y la crítica.

Sin embargo, si somos capaces de controlar nuestro diálogo interno y conseguimos dirigir conscientemente nuestra atención, entonces podremos enfocarnos en lo que sí podemos hacer y en las oportunidades que surgen de los cambios.

Nos haremos responsables de nuestra forma de afrontar la situación y tomaremos decisiones basadas en la realidad que vivimos y en nuestra capacidad de superarla tomando acción. Esta es la llamada y tan valorada, a nivel profesional, actitud proactiva.

¿Y hacia dónde vamos a dirigir la atención para adoptar una actitud proactiva? Si el mejor antídoto para el miedo es la acción, la raíz de una actitud proactiva se encuentra en conocer tus fortalezas y capacidades. Por lo que, centrarnos en potenciar nuestras fortalezas y diseñar un plan de acción será clave para convertir la incertidumbre en una oportunidad laboral.

 

 

LA IMPORTANCIA DE TENER CLARIDAD

La reacción más habitual cuando aparece un cambio inesperado y cuyo impacto es significativo, suele ser permanecer quietos e intentar mantener el equilibrio. El problema es que después de un tiempo te sientes a la deriva y agotad@ debido al esfuerzo que estás haciendo para no caerte.

Sería algo así como estar poniendo todo tu esfuerzo en no ahogarte, en vez de usar la corriente adecuada para llegar al lugar deseado.

Aquí la clave radica en saber dónde quieres llegar, reconocer cuál es la corriente que te lleve hasta allí, y saber de qué medios dispones para remar a favor. Con demasiada frecuencia me encuentro con personas que no saben realmente dónde quieren llegar, y me temo que si no sabes dónde quieres ir es imposible saber qué opciones son las adecuadas para ti.Igual de importante que lo anterior es saber cuáles son las habilidades de que dispones y cuáles las que necesitarás para recorrer ese camino con éxito.

 

Dicho de otra manera, no puedes crear oportunidades si no sabes qué oportunidades quieres crear. 

 

Algunas investigaciones han mostrado que las etapas de cambio son los momentos propicios para introducir más cambios. 

Seguro que te ha pasado que tras una ruptura, un despido, una mudanza… te has cambiado de peinado, has comenzado a hacer deporte, has pintado tu casa, te has apuntado a clases de baile o cualquier otra cosa que llevabas tiempo queriendo hacer pero que desde la comodidad parecía más un complicación, que una oportunidad.

Romper lo conocido por voluntad propia es algo que de por sí cuesta. Por eso si algo externo aparece para remover tus cimientos no puedes desaprovechar la oportunidad de crear uno nuevos, bien construidos y adecuados para la nueva situación.

 

Y ¿cuál es la nueva situación?

Pues lo cierto es que no podemos saber exactamente hacia dónde nos encaminamos, y aunque ahora es más evidente que nunca, la realidad es que nunca lo hemos sabido. 

Aun así hay ciertas tendencias en el ámbito laboral y socioeconómico hacia las que todo parece indicar que avanzamos, pero para aprovecharlas primero debes tener claro qué quieres y puede hacer:

¿Qué trabajo te gustaría desempeñar?

¿Cuales son tus talentos y habilidades?

¿Cómo es la vida que te gustaría tener? 

¿Qué valor quieres aportar a través de tu trabajo?

¿Qué cualidades tienes y en qué entorno destacarían?

¿Qué habilidades son las que van a estar más demandadas en una sociedad en transición?

Éstas son algunas de la preguntas que pueden ayudarte a ganar la claridad que necesitas para tomar decisiones, tener el control sobre tu futuro profesional y algo que es tremendamente importante: ponerte en valor.

 

Si quieres conocer más en detalle las claves para convertir la incertidumbre en una oportunidad profesional te esperamos en la clase gratuita online del próximo 14 de abril a las 20h (hora Madrid, España). Puedes apuntarte aquí:

 

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