La motivación y la emoción no son lo mismo. Sin embargo, las emociones que sentimos respecto a un objetivo pueden actuar como motor o como freno de nuestras acciones para conseguirlo. La motivación nos mueve a realizar acciones para cubrir nuestras necesidades.

 

TENGO SED (NECESIDAD) → SIENTO LA IMPORTANCIA DE CUBRIR MI NECESIDAD (EMOCIÓN-MOTIVACIÓN)  VOY A POR UN VASO DE AGUA (ACCIÓN)

La motivación puede ser extrínseca, cuando lo que nos mueve a realizar una acción es externo a nosotros (un premio, un elogio, la aprobación de los demás…); y puede ser intrínseca cuando la motivación de conseguir mi objetivo viene de mí mismo más que de cualquier recompensa externa. Esta motivación está relacionada con el sentimiento de autorrealización y con los valores de uno mismo. La motivación intrínseca es muy efectiva, sin embargo, muchas veces debemos hacer tareas cuya motivación es extrínseca. Con los niños suele ocurrir a menudo. Deben ir al colegio, hacer los deberes, ayudar en las tareas de casa, etc.La clave está en que: El grado de motivación de cada persona no es directamente proporcional a la necesidad que cubre sino al valor que siente que tiene el objetivo y a las emociones que asocia al proceso.

¿Cómo podemos favorecer la motivación intrínseca desde el exterior del niño? Ya que este tipo de motivación aparece con las emociones y los valores, podremos buscar recompensas relacionadas con los valores del niño y que le generen emociones agradables (jugar en el parque, salir juntos con la bici, ir a visitar a los abuelos, realizar juntos una manualidad… todo son acciones que despiertan valores de familia, amistad, amor, bienestar, diversión… y emociones agradables como la alegría, la ilusión, la calma…) Por ello, cuando el niño se enfrenta a tareas que no le apetece mucho hacer debemos despertar emociones como la diversión mientras las hago, o que lo podré compartir con mis seres queridos y les encantará, o bien que conseguiré sentirme bien conmigo mismo cuando lo consiga.

Otro factor a tener en cuenta es el convertir un gran objetivo en pequeñas metas, de forma que el niño no se sienta abrumado ante algo que ve lejano e inalcanzable, sino que se centre en una pequeña primera meta capaz de conseguir. Cada vez que consiga esta meta se sentirá contento consigo mismo y crecerá su autoconfianza y motivación para la siguiente pequeña meta.

Manejar la Frustración. Una de las emociones más comunes que minimiza la motivación es la frustración de no haber conseguido aquello por lo que te has esforzado. Es normal que en estas situaciones sintamos esta emoción y por lo tanto no debemos negarla o pretender eliminarla. La frustración, como el resto de emociones, hay que aceptarla como una parte más del proceso de aprendizaje que nos llevará a conseguir el objetivo. Explicar a los niños que equivocarse es aprender y que nos pasa a todos siempre que iniciamos un nuevo reto les ayudará a no sentir la presión de no haberlo conseguido al primer o al segundo intento.

La mejor recompensa: La dopamina. Es una neurohormona que genera nuestro cerebro y nos hace sentir placer cuando conseguimos un objetivo que nos ha costado un esfuerzo. Esta molécula nos aporta un estado de bienestar que nos motiva a seguir trabajando con retos. Por lo que es muy sano que los peques tengan objetivos, que aprendan a planificarse para conseguirlos y que sientan el placer de haberlos conseguido.

Las 8 claves de la motivación:

  1. 1. Hablarle al niño con mensajes positivos acerca de sus capacidades para conseguir su objetivo.
  2. 2. Buscar la forma de despertar emociones agradables en relación al objetivo: ilusión, diversión…
  3. 3. Hacer que el niño imagine cómo se sentirá cuando lo consiga (satisfecho, contento, valiente…)
  4. 4. Dividir un gran objetivo en pequeñas metas alcanzables y divertidas para el niño.
  5. 5. Pedir al niño que nos hable sobre esas otras veces que sí lo consiguió, qué sintió, cómo lo hizo…
  6. 6. Buscar un aprendizaje en cada error. Pedirle al niño que piense lo que puede hacer diferente esta vez según lo aprendido.
  7. 7. Buscar referentes del niño que le sirvan como ejemplo de superación: deportistas, familiares a los que admiren…
  8. 8. Celebrar siempre las pequeñas metas conseguidas, así como las grandes.